sábado, 17 de enero de 2009

"Trasmeships"

Al fin vuelvo a escribir en el blog. Abrí este blog en plan de prueba, me llamaba la atención volcar mis escritos en la red, y con solo dos entradas en el blog me lancé a la loca experiencia de abrir un espacio web.


Este espacio recoge la historia de los barcos de la Compañía Trasmediterránea, la naviera con la que me sentí más identificado en mi etapa de vida marinera. Es curioso la cantidad de marinos, que hemos navegado en la "Trasme", que mantenemos recuerdos y sensaciones que nos han marcado para toda la vida.


Para la gente del mar que hemos navegado en ella, la Trasme ha tenido su etapa, la del gallardete rojiblanco con la C y la T. Esa etapa es la que nos ha imprimido carácter, y hace que los que ya hemos pasado a esa etapa de la vida en la que podemos dedicar la mayor parte de nuestro tiempo para nosotros, llenemos una parte de nuestro espacio con los recuerdos de nuestras aventuras marineras.


Este espacio http://www.trasmeships.es/ está dedicado a recopilar información de los barcos que lucen o lucieron el gallardete de la Trasmediterránea, con el fin de recuperar el máximo de información, fotos y curiosidades que nos permitan disfrutar de esos recuerdos y compartirlos entre todos.


Os invito a visitar la página y a colaborar en su contenido con la aportación de esas fotos, anécdotas y recuerdos que tenemos guardados en nuestros cajones y corazones.


Que tengais una buena travesía.


martes, 20 de mayo de 2008

Mi sesenta cumpleaños y en el mar

La celebración de mi sesenta cumpleaños fue una verdadera sorpresa para mí. La familia me secuestró y me llevaron de viaje con rumbo a lo desconocido. Todo hacía pensar que me conducían a algún sitio de montaña para celebrar el aniversario en un entorno íntimo y acogedor.

El hipotético viaje a la montaña se iba desarrollando con normalidad cuando, en un momento determinado, me pusieron una venda en los ojos para que no pudiera identificar el destino del viaje.

La sorpresa llegó cuando, al bajar del coche y destaparme los ojos, me encontré ante el "Sea Star", atracado en el puerto de Sant Feliu de Guixols, y en todo su esplendor de madera, barniz y velas. Esa era la sorpresa. Ese era mi regalo. Pasar dos singladuras inolvidables en este barco rodeado de las personas que más me quieren.



Embarcamos a las seis de la tarde y, tras saludar al Capitán y a la tripulación, nos hicimos a la mar para presenciar una bonita puesta de sol navegando a vela. ¡Alucinante!



Volvimos a Sant Feliú para cenar tranquilamente amparados en el refugio del puerto y, tras disfrutar de una verdadera cena marinera, preparada por la tripulación, nos arrastramos al placer de una velada bajo las estrellas fundamentada principalmente en esos recuerdos comunes a todos nosotros. Abrimos el baúl de los recuerdos y pasaron las horas sin apenas darnos cuenta. En un momento determinado y, en contra de lo indicado por la tripulación, no pude resistir la tentación de bajar a escondidas a la sala de máquinas. Era como de juguete, pero era una sala de máquinas, con olor a gas-oil y agua en la sentina.

A la mañana siguiente practicamos Chi Kung en cubierta y después desayunamos alegremente. ¡Nueva sorpresa!: pequeños y emotivos regalos entre los que se encontraba una camiseta estampada con la imagen del "Dómine", mi primer barco. Lloré, ni pude evitarlo ni realmente lo quise hacer. ¡Que emoción más bonita surgida de mis recuerdos marineros!



Salimos a la mar rumbo a Cala Sa Tuna. En el viaje de ida llevábamos el viento de popa. El "Sea Star" alcanzó los seis nudos y disfrutamos de la sensación, inenarrable, de navegar escuchando el silencio de la naturaleza y el crujir de las vergas. Me impactó el entusiasmo del Capitán que estaba disfrutando de la navegación tanto como nosotros. ¡Es un auténtico hombre de mar!



A la vuelta el viento lo teníamos de proa. Hubo que arriar velas y navegar a motor. Hicimos el viaje prácticamente en cubierta, disfrutando también del movimiento del barco. Hacía muchos años que no me veía sometido al cabeceo y balanceo de ningún buque. ¡Que recuerdos!



Comimos ya atracados en puerto y disfrutamos de otra comida marinera con un fideuá preparada por el propio Capitán. ¡Además de lobo de mar, cocinero excelente!



Desembarcamos a las seis de la tarde mirando atrás con nostalgia, pero sabiendo que el mar está ahí. ¡Siempre nos estará esperando!.



Gracias a Emi, mi compañera de camino en esta vida, a mis hijos María del Mar, Alex, Lauren y Nacho, que junto a las nueritas Olga y Delia y a mi sobrina Raquel, me hicieron vivir una experiencia que recordaré mientras viva. ¡Gracias!



martes, 6 de mayo de 2008

Mi vida profesional en el mar

El "Dómine"

El primer buque en el que navegué profesionalmente fue el "Dómine", de la Compañía Trasmediterránea. En él realicé mis prácticas de motores como Alumno de Máquinas de la Marina Mercante.


Embarqué el 19 de junio de 1965 en el puerto de Cádiz, realizando línea regular de Cádiz a Canarias. Recuerdo la ilusión con la que bajé, por vez primera a la sala de máquinas y la gran bronca de bienvenida que me atizó el Jefe de Máquinas, Don Antonio Tur, que se encontraba en aquel momento en ella. Me expulsó de la sala de máquinas hasta que volviera con calzado adecuado. Lógico, había bajado con bambas de suela de goma. Tuve que pedirle dinero prestado a Emi, entonces mi novia, y comprarme unos zapatos con suela de cuero adecuados al piso de la sala de máquinas.
Durante el mes de julio realizamos la línea regular de Barcelona a Palma de Mallorca y posteriormente dos viajes redondos a la Guinea Ecuatorial, visitando los puertos de Valencia, Cádiz, Las Palmas, Santa Cruz de Tenerife, Monrovia, Lagos, Santa Isabel de Fernando Poo, Bata, San Carlos, y regresando al norte de España con escalas en La Coruña, Gijón, Santander, Pasajes de San Juan, Bilbao, Vigo. Al retorno de Guinea visitamos Alicante y al llegar a Barcelona entramos a reparar al Astillero de Nuevo Vulcano. Allí conocí lo que era un dique deponente.


Al finalizar la reparación realizamos las líneas de Barcelona-Palma de Mallorca, Alicante-Palma de Mallorca y nuevamente Cádiz-Canarias.

Era un bonito barco, algo antiguo, pero con un grato sabor marinero y de los que "olían a barco". La madera se percibía en todos sus rincones y el metal brillaba por el cuidado de la tripulación.

Los mejores recuerdos de mi vida profesional en el mar están íntimamente ligados a este buque, el "Dómine Valencia" como le llamaban los nativos de Guinea, al asociar el nombre del buque con el puerto de matrícula.



En el "Dómine" navegué con mi primo Vicente Pérez Molías, entonces Agregado, y juntos realizamos los viajes a Guinea. Al final de mi etapa en el buque, embarcó Valentín Amador y realizamos unos cuantos viajes a Canarias. Loli y Emi, nuestras novias entonces, nos esperaban con alegría cuando llegábamos a Cádiz, deseosos todos de ajustar cuentas en el "Rancho Jaco", que era la boite de moda.

Desembarqué en el puerto de Cádiz el 11 de junio de 1966 por fin de prácticas.




El "Ciudad de Alcira"

Las prácticas de vapor las realicé en el "Ciudad de Alcira", también de la Compañía Trasmediterránea, haciendo la línea regular de Sevilla a Canarias, visitando los puertos de Sevilla, Las Palmas de Gran Canaria, Santa Cruz de Tenerife y Santa Cruz de la Palma. Embarqué el 16 de junio de 1966 en el puerto de Sevilla.



En este buque, aunque iba
realizando las prácticas de vapor como Alumno de Máquinas, realmente iba enrolado y ejerciendo de fogonero. Lo hice para poder costearme el "Cursillo de Segundo". Fue una experiencia alucinante. Allí conocí otra faceta del trabajo en la Sala de Máquinas. La labor de subalterno, con sus obligaciones y derechos, sintiéndote Oficial dentro de tu corazón. Fue una gran lección de la vida.

Allí aprendí a tratar a los demás metiéndote en su pellejo. Gracias a todas las personas que participaron en esta enseñanza, en especial para el Sr. Cabañas, calderetero valenciano, que me hizo vivir la realidad del subalterno poniéndome a prueba en cada instante. Fue una etapa muy dura, pero totalmente aleccionadora. Gracias Cabañas por ese abrazo final enorgulleciendote de que hubiera aguantado todas tus "putaditas".

Un recuerdo también para Don Ambrosio, el simpático Jefe de Máquinas del que aprendí a entender que la sencillez de una persona no le impide saber estar. Además era tal su experiencia que, en las maniobras, nos anticipaba a las órdenes del puente, cuando teniamos que invertir el giro de la máquina. ¡Todo un personaje!

También embarcó Valentín, y nuevamente navegamos juntos. Era el segundo barco en que lo hacíamos. Nuestras vidas paralelas empezaban a tomar forma.

Desembarqué en Sevilla el 2 de noviembre de 1966 al acabar los días de prácticas de navegación.



El "Calatrava"

Obtenido el título de Oficial de Máquinas de Segunda Clase, el 5 de junio de 1967 embarqué como Cuarto Maquinista en el "B/T Calatrava" de la Compañía REPESA. Realicé solamente un viaje redondo. En aquellos momentos era la guerra de los seis días y fuimos uno de los primeros barcos que realizaron el viaje dando la vuelta por el cabo de Buena Esperanza.



En ese buque conocí la sensación de magnificiencia en la sala de máquinas. Todo era inmenso, los espacios eran enormes. Me veía como una hormiguita. A veces no entendía como se podía controlar un sistema tan complejo y grande.


En el viaje de vuelta, y cuando navegábamos cerca del cabo de Buena Esperanza, sufrimos un fuerte temporal tal como muestra la foto.

Fué un viaje apacible pero que me hizo comprender que mi alma de marinero no estaba en este tipo de buques. Allí pensé, por vez primera, si merecía la pena pasar tantos días de la vida aislado del mundo. Contacté con Don Manuel Pujol, el que fué Jefe de Máquinas del "Dómine" y al llegar a Cartagena, el 15 de agosto de 1967, desembarqué y volví a la Trasme.



"Las Palmas de Gran Canaria"

El 30 de agosto de 1967 embarqué en el ferry "Las Palmas de Gran Canaria". Lo hice en el puerto de Cádiz y el buque venía de Barcelona en viaje inaugural.

Realizamos la línea regular Barcelona-S/C de Tenerife-Las Palmas-Cádiz-S/C de Tenerife-Las Palmas-Barcelona y también la línea Cádiz-Canarias.



Las emociones que me embargaron al embarcar en aquel barco fueron alucinantes. Era un barco nuevo, como vulgarmente se dice, de trinca, con un equipamiento totalmente moderno y desconocido por mi. Estabilizadores, hélices de palas reversibles, hélice transversal, etc.

Allí navegué con personajes carismáticos en el mundillo de la Trasme, Don Mariano Guillemany, Juanito Manzano, Tomás Ravelo, etc y, por supuesto, volví a navegar de nuevo con Valentín. Era el tercer barco en el que coincidiamos.



En este buque conocí el peso y la soledad de la responsabilidad del cargo. De pronto y por enfermedad de Juanito Manzano, me encontré ejerciendo de Primer Oficial de Máquinas, con solo veinte años de edad y cuatro meses de experiencia profesional como Maquinista.

En este barco conocí a un curita muy simpático de Vic, que accidentalmente iba de capellán, y que nos hizo cambiar el concepto de "faifa". Pasamos de sacar cajetillas de cigarrillos a sacar "faifa" más elegante, películas de super 8. Descargábamos en mi casa y enviabámos las cajas por transportista a un convento de Barcelona con remite de otro convento de Cádiz. ¡Eso se llamaba contrabando religioso!

Desembarqué en el puerto de Barcelona el 24 de enero de 1968, como consecuencia de una parálisis facial causada por una imprudencia; estuve dos horas en la cámara frigorífica y pase de forma brusca a la sala de máquinas donde reinaba una temperatura muy alta.

Disfruté mucho en este barco.




El "Almirante F. Moreno"

El período de recuperación me hizo cambiar de idea, y al final volví a los buques petroleros. Solicite embarque en la Empresa Nacional Elcano, donde había navegado mi padre, y el 1 de junio de 1968, embarqué en el "B/T Almirante F. Moreno" en el puerto de Cartagena. En este buque estuvimos haciendo una línea cómoda, los famosos viajes de once días a Sidón y Banias, y tuve la suerte de realizar uno a la U.R.S.S., en concreto a Tuapsé, en el Mar Negro, una verdadera novedad como marino y como persona, al poder conocer este pais en el año 1968.



Posteriormente el buque fué fletado por CAMPSA y destinado a hacer viajes de suministro de fuel-oil a diversos puertos españoles, cargando en Escombreras y S/C de Tenerife para Barcelona, Gijón y Vigo.

Desembarqué el 5 de Abril de 1969 con permiso de nupcialidad y, una vez casados, volví a embarcar en el puerto de Gijón el 29 de abril del mismo año, pero acompañado de Emi, que iba enrolada de camarera aunque a veces se paseaba por la telegrafía, como muestra la foto.


Ella desembarcó al mes siguiente al haberse quedado embarazada de María del Mar. Ahora he recordado por qué mi hija se llama María del Mar. Lo pasamos muy bien y realmente, también para ella, fue una grata experiencia. Yo desembarqué el 26 de septiembre de 1969 para realizar el "Cursillo de Jefe de Máquinas".



El "Almirante M. Vierna"

Una vez obtenido el título de Jefe de Máquinas embarqué en el "B/T Almirante M. Vierna", gemelo del anterior. Lo hice el 24 de marzo de 1970 en el puerto de Vigo. En este buque permanecí escasamente un mes, pues fue un embarque temporal esperando enrolarme en el Buque Escuela "Pedro de Alvarado". Desembarqué el 17 de abril siguiente en el puerto de Gijón.



Este buque también estaba fletado por CAMPSA y realizaba viajes de distribución de fuel-oil a puertos españoles. Durante mi estancia en él me percaté de la diferencia que puede existir entre dos buques gemelos, no solo en cuanto a su estado de conservación y mantenimiento, sino inclusive la propia idiosincrasia reinante en los barcos, fruto de las personas que por ellos habían pasado.

De los dos barcos, éste último siempre había tenido la fama de ser mejor que "El Moreno", de estar mejor cuidado y de ser más apreciado por su tripulación. Lo que encontré en este buque corroboró lo que acabo de expresar.

Desembarqué el 17 de abril siguiente en el puerto de Gijón.



El "Pedro de Alvarado"
Con mucha ilusión, el 20 de abril de 1970, y en el puerto de Santander, embarqué en el Buque Escuela "Pedro de Alvarado". Además de embarcar en un buque mítico, iba a tener la oportunidad de realizar las prácticas de vapor para la obtención definitiva del título de Jefe de Máquinas en toda su extensión de motor y vapor.


Realicé dos viajes completos, uno a la costa del Pacífico de Sudámerica y otro a África.

En el período entre los dos viajes estuvimos reparando en El Ferrol del Caudillo. Emi estuvo conmigo y también disfrutamos de la presencia de María del Mar, que con solo cinco meses ya se hizo esta foto en el alerón de babor.


Realizados los dos viajes, y cubiertos los ciento cincuenta días de prácticas de vapor, solicité trasbordo, nuevamente a buques petroleros por aquello de mejorar la economía doméstica.
La estancia en este buque fué muy importante a nivel profesional pues era mi primer contacto directo con las turbinas de vapor. También resulto sumamente agradable, al reinar un ambiente de juventud ya que navegaban muchos alumnos. Dejó en mí gratos recuerdos.
Desembarqué en Cartagena el día 27 de noviembre de 1970 trasbordado al B/T "Málaga".




El "Málaga"

El trasbordo a buques petroleros solicitado llegó, y embarqué en el "B/T Málaga", propiedad de MARFLET pero explotado por ENE. En este buque realicé un único viaje de Málaga a Ras at Tanura en contra de lo que tenía pensado en un principio.


Eran tres los viajes previstos y consideré que Emi me acompañara en el segundo viaje. El Capitán del buque, que no era muy partidario de llevar mujeres a bordo, dificultó el embarque de Emi y tomé la decisión de desembarcar. Sabía que me jugaba mi permanencia en la Compañía, pero núnca me arrepentí de tomar esta decisión, pues además, cambió el rumbo de mi vida en cuanto a continuar mi vida laboral en el mar.

Ha sido la permanencia más impersonal que he tenido en cualquiera de los buques que he navegado. Los buques son buques y su idiosincrasia la hace su tripulación.
Mi otra decisión quedó patente. Buscaría trabajo en tierra.



El "Ciudad de Compostela"

No fué muy bien mi aventura terrestre y la Trasme me acogió de nuevo. Emi estaba esperando el nacimiento de Alex y pude embarcar en el ferry "Ciudad de Compostela" el 3 de junio de 1977. El buque hacía la línea de Cádiz a Canarias y era una situación ideal para esperar el nacimiento de Alex. Allí sí estaba don Manuel Pujol; volvimos a navegar juntos después de tantos años. Fué muy agradable encontrarme allí con Agustín Montero, que supo acogerme en unos momentos de mi vida en los que me hacía falta esa comprensión. Posteriormente nos reencontramos en FECSA.


Este reencuentro con el buque, la Trasme y los compañeros me hicieron sentir muy "en casa".
También conocí en este barco a Paco Piqueras, "Paco el de Berga" como fué conocido por mis hijos cuando, después de su ingreso en FECSA, hemos convivido en Sant Jordi.
El tiempo en que permanecí embarcado fué muy agradable pero tuve que desembarcar de este buque porque fui trasbordado al "Ciudad de Mahón", aunque posteriormente regresé a él hasta que nació Alex. Desembarqué en Las Palmas por trasbordo el 9 de octubre de 1972. Regresé el 6 de noviembre del mismo año.




El "Ciudad de Mahón"
El embarque en el "Ciudad de Mahón" el 11 de octubre de 1972 fué una gran sorpresa para mí. Con la mente puesta en el próximo nacimiento de Alex me encontré en Las Palmas con la orden de trasbordo. El buque procedía de Palma de Mallorca. Prácticamente estaba de reserva y hacía un viaje semanal a Cabrera. Cuando fué destinado a servir como correillo en Canarias la mayoría de su tripulación consiguió desembarcar y volver a las Baleares. Me encontré de Primer Oficial de Máquinas en un buque viejo, que no conocía y con tripulación totalmente inexperta.


En este buque viví una experiencia que me colmó de orgullo profesional y al mismo tiempo me hizo volver a experimentar las miserias humanas.

Saliendo del puerto de Arrecife de Lanzarote, y a tres millas de la costa, se desprendió la cabeza de un pistón. No disponíamos de medios para sustituir el pistón completo y optamos por extraer la cabeza desprendida, colocar la culata con sus accesorios y navegar con máquina moderada y con el pistón averiado sin cabeza. Tras nueve horas de trabajo, contando incluso con la colaboración del personal de cubierta, conseguimos arrancar el motor y tras un lento viaje logramos arribar a Las Palmas. Habíamos conseguido llegar por nuestros medios. Extenuados pero llegamos.

Al atracar en Las Palmas nos encontramos con un Inspector fuera de sí. Enfadado porque pensaba que nuestra situación había sido muy peligrosa y pensando en lo que le iba a costar la reparación. ¿Se dió cuenta de que habíamos ahorrado un remolque?.

El 6 de noviembre de 1972 pude regresar al "Ciudad de Compostela", enrolado como tercer oficial en castigo porque el susodicho inspector se tomó muy a mal el hecho de que desde Madrid le ordenaran mi transbordo, pero feliz de poder estar cerca de Emi cuando naciera Alex. El Inspector no se acordaba que un Jefe de Máquinas no se puede enrolar de Tercer Oficial, por tanto volví de Segundo Oficial.




El "Victoria"

Y al final llegó un trasbordo muy especial. Después del nacimiento de Alex fui trasbordado al transbordador "Victoria". Este buque me traía grandes y gratos recuerdos de mi infancia. En él navegó mi padre cuando el buque pertenecía a la Empresa Nacional Elcano y por eso fuimos a vivir a Ceuta cuando yo tenía seis años. El barco tenía unos coleres característicos, con su casco negro y la chimenea roja típica de la ENE, tal como se aprecia en la foto inferior.


En el momento que me tomaron esta fotografía, no me podía pasar por la imaginación que al cabo de los años acabaría formando parte de su tripulación.



El 12 de diciembre de 1972 embarqué como Primer Oficial de Máquinas, con la misión añadida de congeniar con Don Teodoro Corz, Jefe de Máquinas del barco, cascarrabias nato y terror de muchos maquinistas.

La misión fue cumplida y Don Teodoro y yo entablamos una relación profesional y personal, clara y totalmente positiva. Durante mi corta estancia en este barco me sentí profesionalmente muy realizado e incluso, por un corto tiempo, asumí la Jefatura de Máquinas por enfermedad de Don Teodoro.


El momento en que verdaderamente dimensioné la persona de Don Teodoro fué cuando, al decidir abandonar la Marina Mercante para incorporarme a "un trabajo en tierra", en concreto en FECSA, él me dió todo su apoyo aún en contra de la opinión de otras personas.

Desembarqué el 26 de mayo de 1973 para incorporarme en FECSA, iniciando así una nueva etapa profesional fuera de la Marina.